A veces las mejores fotos no las conseguimos planeándolas, sino que surgen de días imprevistos en los que nada estaba decidido. Desde principios del blog me dedico a llevarme la cámara conmigo a todas partes, puede parecer un incordio pero ya me he acostumbrado, además tengo una ventaja y es que pocas veces me veréis con bolsos pequeños, por lo tanto siempre me cabrá en ellos la cámara.
Estas fotos son fruto de uno de esos días. Después de una visita familiar, qué mejor que un paseo. Un paseo que se convirtió en una travesía entre plantas y matorrales.